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2 may 2011

LOS GRINGOS QUE TODO LO PUEDEN –Y SU CONVENIENTE CONVENIENCIA-

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¿Qué hace un liberal que encuentra a su mujer en la cama con otro hombre? Lo celebra y participa en la fiesta.
¿Qué hace un fascista que encuentra a su mujer en la cama con otro hombre? Los mata a balazos.
¿Qué hace un comunista que encuentra a su mujer en la cama con otro hombre? Se va a tirar piedras a la embajada de EEUU.
-Chiste anónimo-

Alguna vez en nuestra vida –como venezolanos y latinoamericanos-  hemos detestado o insultado ese retrato del estadounidense gordo y pretencioso, que comiendo hamburguesas y tomando Coca-Cola, nos dice cómo tenemos que ser y cómo hacer las cosas. Desde competencias deportivas hasta discursos de políticos de reputación dudosa profesamos un odio, (que así no sea expresado, lo aceptamos con el silencio de quien está de acuerdo tímidamente);  hacia nuestros vecinos del norte, quienes son considerados como egoístas invasores, colonialistas explotadores y mal tratadores.

Quizás lo más probable es que este odio tan etéreo, (con justificaciones que casi pudiesen entrar en la superchería),  esconde en lo más profundo de nuestro ser un resentimiento ante su éxito y nuestro rotundo fracaso como naciones independientes. Envidiamos con ansias su capacidad de progreso, de respeto a las libertades de sus ciudadanos, su democracia estable, su economía sana y variada, y algunos con ínfulas de mesías militares, su poderío armamentístico. Como si se tratara de los celos de un estudiante mediocre y flojo ante los veintes del estudiante que se encuentra en el pupitre de al lado.

Aunque si bien estoy tocando someramente un tema al que se le pudieran dedicar cientos de páginas o una tesis de sociología –e incluso de psicología- no es al punto al que quiero llegar: el centro de este tema se le debe al aprovechamiento que hacen los líderes políticos populistas y socialistas  en Venezuela –y Latinoamérica- de este acomplejamiento para llevar a cabo proyectos y políticas -no muy benéficas para la sociedad- y para justificar cuanto desastre, asquerosidad o incluso inocentes errores hayan cometido en su gestión de gobierno.

Así continuamente vemos como desde un contenedor de comida podrida hasta una huelga de hambre de enfermeros exigiendo un salario -que al menos alcance para pagar un mercado y la cuenta de electricidad juntas- son conjuras de la CIA, (ese organismo invisible sin cara definida que, como el coyote de los comics, se esconde detrás de un arbusto tendiéndonos una trampa malévola), para desprestigiar toda acción y desestabilizar gobiernos –los cuales probablemente la mayoría de la población estadounidense ignora o sencillamente les importa poco su existencia- que en lo único que son estables es en el mantenimiento de la miseria, el atraso y la corrupción.

Probablemente esto por sí solo no tendría consecuencia alguna si no fuera porque muchos en su resentimiento interior se auto engañan y lo  justifican. De manera que le dan la mano a la sin razón y ayudan a excavar la tumba de quienes valientemente denuncian un hecho de corrupción que afecta a los ciudadanos -de más baja capacidad económica-  y descalifican las acciones de quienes luchan justamente por un beneficio (que merecen) tratándolos de títeres influidos por extranjeros que no tienen capacidad de juicio y de iniciativa por sí mismos. De esta forma, los políticos negligentes y corruptos que ayudan a mantener el estado de miseria y atraso, encuentran justificadas sus acciones en nombre del derrocamiento ulterior de ese imperio intangible; y obtienen inmediatamente una aureola de santidad ya que, así sirvan o no, son anti-americanos, lo que les consigue rápidamente una marejada de votos.
Con lo dicho anteriormente no busco justificar las imprudencias y errores que hayan podido cometer los norteamericanos en cuanto a su política de intervenir en asuntos de otras naciones –porque sí lo han hecho, sea justificado o no- sino en tratar de hacer entender que la gran mayoría de nuestras tragedias, desgracias y desaciertos provienen de nosotros mismos y de nuestro reaccionario y obtuso liderazgo político.

Es por ello que se hace menester dejar de creer en ese gringo omnisciente que siempre de manera indirecta o directa, participa en todas las desgracias, ya sea en forma de iguana o de súper soldado y que desea nuestra destrucción. La mejor manera de librarnos de esos políticos inescrupulosos que usan como “carta debajo de la manga” esta excusa es liberarnos primero nosotros mismos de teorías conspirativas, complejos de inferioridad y fijaciones en el pasado para aceptar nuestros defectos y cualidades como sociedad, cultura y país; siempre viendo hacia adelante con lógica y raciocinio para forjar un mejor futuro y estar orgullosos de él.

02/05/11

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